EL GRAN LIBRO DEL KYBALIÓN -- GIORDANO BRUNO


EL MONJE GIORDANO BRUNO QUE SE ENFRENTO A LA
IGLESIA DONDE ESTUDIO SUS LIBROS PROHIBIDOS
Y REVELÓ SUS SECRETOS AL MUNDO.
Otra reflexión para debatir… Giordano Bruno… 

EL GRAN LIBRO DEL KYBALIÓN...

LA TABLA ESMERALDA... Página nº000 del libro...
Giordano Bruno Apolonio de Tiana o Balinas Giordano Bruno vivió durante la segunda parte del siglo XVI, de 1548 hasta 1600. Nació pues cinco años después de la publicación de “De revolutionibus”, obra en la que Nicolás Copérnico exponía su teoría heliocéntrica, y en la que por primera vez después de casi 2000 años se desplazaba a la Tierra de su posición central.

Es un filósofo italiano y genuino representante del Renacimiento, inquieto y lleno de entusiasmo por ensanchar el mundo al alcance del hombre. Bruno se verá arrastrado por su pensamiento filosófico donde no cabe la distinción entre Dios y el hombre. Marcado por un trágico destino que le llevará a morir en la hoguera por no retractarse de sus errores, pasaría a la historia como una especie de héroe del libre pensamiento.  

Nacido en Nola, Felipe Bruno, tal era su nombre de pila, cambió su nombre por el de Giordano, al entrar en la orden de los dominicos, cuando tenía 17 años. Ya desde los 20 su espíritu se vio turbado por las dudas que le suscitaban las nuevas doctrinas protestantes. No obstante, se ordenó sacerdote, pero el año 1576 dejó la orden. Comenzó entonces un interminable recorrido por toda Europa. Llegó a Lyon de donde pasó luego a Ginebra. Allí intentó abrazar la enseñanza y la doctrina protestantes estaban evolucionando de manera independiente a Martín Lutero, la doctrina calvinista. Muy pronto, sin embargo, observo que el dogmatismo de los calvinistas era tan fanático como el católico, por lo cual regresó a Francia y en Toulouse se doctoró como maestro de artes. Las ideas y la filosofía de Bruno que están en la base de todo su pensamiento son la infinitud del mundo, su unidad y animación (oponiéndose así a la visión aristotélica del mundo finito y diviso), y el rechazo a la autoridad eclesiástica y a la filosofía escolástica. Su concepción del mundo aparece ya en el libro De la causa, donde la materia y la forma son remitidas también a "un ser y una raíz". La forma es el alma universal, cuya principal facultad es el intelecto, que mueve la materia desde el interior, como "artífice del mundo", fabricando desde el interior de la materia todos los cuerpos. Forma y materia no son dos sustancias, sino más bien dos aspectos de la sustancia única, la naturaleza, imbuida de carácter divino. Hallamos también en Bruno una doctrina de la trascendencia: más allá de la Mente inherente a las cosas, de la que se ocupa la filosofía, existe una Mente sobre las cosas, que en su esencia escapa al pensamiento filosófico.

Imaginó en su mente un universo infinito basándose en la nueva teoría copernicana, que rechazaba el geocentrismo y la teoría aristotélica de las esferas, Bruno encuentra un magnífico apoyo para su teoría de la infinitud y unidad de la naturaleza. Guiado no tanto por las novedades científicas en el campo de la astronomía que llevaría consecuencias que implicaban en el campo filosófico, fue un abierto defensor de las mismas.

El universo para él no es heliocéntrico, según el cual la Tierra y los planetas se mueven alrededor del Sol relativamente estacionario y que está en el centro del universo. Bruno es más partidario de un universo omnicéntrico, que es el sentido también en que el infinito universo contiene infinitos mundos, los cuales poseen cada uno un principio interior de movimiento, que es su alma (siguiendo en esto el pensamiento de Nicolás de Cusa). En este universo lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño coinciden, lo mismo que el amor y el odio, la generosidad y la corrupción.

Cuando Para Bruno el verdadero conocimiento no es más que la intuición directa del principio único del que parten todas las especies y números, la "mónada". Corriente de pensamiento, donde Dios, al crear el universo creó la totalidad de las mónadas, que por ser "sin ventanas", no pueden tener comunicación recíproca. En esta obra ensalza también el valor del trabajo, por medio del cual el hombre somete la materia en favor de la inteligencia.

La religión que propone Bruno es una religión puramente natural o racional, capaz de llevar al hombre hasta la naturaleza, divinizarlo con ella. Para Bruno las religiones positivas son útiles para organizar la vida de los hombres, pero siempre tienen que ser valoradas a la luz de la religión natural, que para él forma un todo con la filosofía.

Después de dos años de estudio y enseñanza en Francia, se trasladó a París donde publicó sus primeras obras. De París pasó a Londres donde permaneció dos años y medio y publicó sus diálogos italianos. En 1586, viajó a Alemania donde impartió clases en diversas ciudades. En Frankfurt, publicó los poemas latinos. Estando en esta ciudad, fue invitado por el patricio Mocenigo para que volviera a Italia. Pero habiendo sido acusado de herejía ante el Santo Oficio por su propio protector (Mocenigo) por no enseñarle como doblegar y manipular las mentes de las personas, fue llevado a Roma donde fue encarcelado durante 9 años y sometido a juicio.

Las ocho proposiciones a las que el filósofo se negó a renunciar fueron las siguientes:
1) La declaración de «dos principios reales y eternos de la existencia: el alma del mundo y la materia original de la que se derivan los seres».
2) La doctrina del universo infinito y los mundos infinitos en conflicto con la idea de la Creación: «El que niega el efecto infinito niega el poder infinito».
3) La idea de que toda realidad, incluyendo el cuerpo, reside en el alma eterna e infinita del mundo: «No hay realidad que no se acompañe de un espíritu y una inteligencia».
4) El argumento según el cual «no hay transformación en la sustancia», ya que la sustancia es eterna y no genera nada, sino que se transforma.
5) La idea del movimiento terrestre, que según Bruno, no se oponía a las Sagradas Escrituras, las cuales estaban popularizadas para los fieles y no se aplicaban a los científicos.
6) La designación de las estrellas como «mensajeros e intérpretes de los caminos de Dios».
7) La asignación de un alma «tanto sensorial como intelectual» a la Tierra.
8) La oposición a la doctrina de Santo Tomás sobre el alma: la realidad espiritual permanece cautiva en el cuerpo y no es considerada como la forma del cuerpo humano.


Ante la negación a retractarse de sus doctrinas, fue condenado como hereje y quemado vivo. El historiador de la ciencia Alexandre Koyré considera que la «audacia» del pensamiento bruniano «causó una transformación —una verdadera revolución— en la imagen tradicional del mundo y de la realidad física», habiendo propuesto una visión del universo cercana a la posteriormente desarrollada por Newton. En definitiva, fueron sus ideas las que alertaron a la Iglesia acerca del peligro que podría suponer la nueva astronomía para la religión, precipitando las posteriores condenas sobre Copérnico (1616) y Galileo (1633).

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Paco Cifuentes




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