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videncianostradamus
martes, 5 de octubre de 2010
Michael Nostradamus
Michael Nostradamus fue médico y
vidente, astrólogo y filósofo,
matemático y alquimista. Este
personaje ha sido objeto de estudio,
de análisis y de una ininterrumpida
búsqueda por parte de cuantos se han
esforzado en descubrir su auténtica
personalidad y sobre todo el
secreto, mucho más apasionante, que
se encierra en sus famosas
profecías.
En honor a la verdad, la crítica racionalista niega la existencia de cualquier «secreto de Nostradamus», reduciendo su obra de clarividente a un mero producto de la alucinada imaginación de un loco, a una explosión de imágenes, fruto de una alquimia del pensamiento que puede cautivar, pero que no puede satisfacer razonablemente a quienes la examinen.
Sin embargo, no se puede liquidar con una interpretación tan simplista al autor de las famosas Centurias; no se pueden despachar tan sencilla y cómodamente los 22 libros de las versiones proféticas de Michel de Nostredame, más conocido por el nombre latino que él mismo se había dado: Nostradamus.
Aun que todo el mundo haya oído hablar de él y su nombre se cite con frecuencia, ¿cuantos habrán leído, siquiera por encima, su extraordinario conjunto de profecías? Un número muy reducido, sin que ello deba sorprender lo más mínimo.
Si los textos de Nostradamus pudieran ser interpretados de forma inmediata y precisa; si sus profecías en lugar de encubrirse en un lenguaje enimático estuviesen al alcance de todo el mundo, su obra sería el best seller más grande de todos los tiempos.
¿Quién de nosotros renúnciaría a satisfacer la curiosidad de conocer su porvenir? ¿Quién prefiere ignorar lo que el destino reserva a los hombres?
El empleo de un lenguaje esotérico en sus escritos se justifica porque, en el terreno de la profecía más que en cualquier otro campo, las verdades no son siempre agradables para quien las dice, ni halagadoras para quienes las escuchan.
Un elemental imperativo de humanidad exige que, en este sondear el destino del mundo, se actúe con prudencia y caridad, puesto que no deja de ser un bien, en la gran mayoría de los casos, que el significado preciso de una revelación profética no sea comprendido hasta que el acontecimiento predicho se haya cumplido. ¿Cómo actuaríamos con libertad si conociéramos ya nuestro futuro? De ahí la necesidad de emplear un lenguaje sibilino rico en neologismos creados por el autor, valiéndose de raíces latinas, griegas, españolas, celtas o provenzales. La obra se presenta como la yuxtaposición de expresiones herméticas para no condicionarnos en nuestro quehacer diario ante la perspectiva del futuro.
Nostradamus subraya la necesidad de tal hermetismo en una carte dirigida al rey de Francia Enrique II: «para conservar el secreto de estos acontecimientos, conviene emplear frases y palabras enigmáticas en sí mismas, aunque cada una responda a un significado concreto».
En otro escrito suyo, después de precisar que las revelaciones contenidas en sus profecías le fueron comunicadas «en el curso de continuas vigilias nocturnos», insiste sobre el origen cósmico y divino de sus visiones, «visiones que Dios me ha dado a conocer a través de una revolución cósmica».
Nostradamus se funda en uno de los postulados principales de la antigua doctrina astrológica, según la cual, todos los acontecimientos y fenómenos terrestres y, por tanto, la historia de la humanidad, están en relación con los movimientos cíclicos de los astros: «todo está regido y gobernado por el inestimable poder de Dios que se manifiesta no en medio de furores báquicos, sino en las relaciones astrológicas».
Ante todo queremos dejar constancia de que no aceptaremos la tesis simplista sobre la obra de Nostradamus, que dice que solo se trata de acontecimientos fácilmente previsibles en el contexto histórico de Francia, pues guerras, conflictos y cataclismos se repiten en la historia de cualquier nación. Nostradamus, vidente del siglo XVI, predijo hechos muy precisos, como será fácil comprobar más adelante, por ejemplo, la trágica muerte del rey Enrique II; la desatinada huida de Luis XVI a Varennes, origen de la gran tragedia del rey; y el nacimiento de Napoleón I (cfr. respectivamente Centurias I, 35; IX, 20; I, 60). Con idéntica precisión, supo describir importantes acontecimientos que forman parte de nuestra historia actual: predicciones de hechos que muchos de entre nosotros hen visto realizarse desde el comienzo del presente siglo y que no pueden ser desmentidos o ser considerados fruto de la simple imaginación.
Nostradamus, este gran explorador de lo ignoto humano ¿merece o no ser contado entre los grandes sabios que desde los profetas bíblicos hasta nuestros días hen escrito, con letras de fuego, la historia de los hombres?.
La respuesta a tal interrogante podrá darla cada uno de nosotros después de haber leído con suma atención sus profecías. Incluso el más escéptico de los lectores tendrá que admitir que el singular documento literario que Nostradamus nos legó abre un abismo de hipótesis como ningún otro libro lo hiciera en el curso de los siglos.
No es intención de este libro hacer un estudio pormenorizado de las profecías de Nostradamus sino dar una vision global del método de interpretación de las Centuries para ofrecer al lector la posibilidad de interpretar, por sí mismo, los hechos futuros que predijo tan ilustre vidente.
En honor a la verdad, la crítica racionalista niega la existencia de cualquier «secreto de Nostradamus», reduciendo su obra de clarividente a un mero producto de la alucinada imaginación de un loco, a una explosión de imágenes, fruto de una alquimia del pensamiento que puede cautivar, pero que no puede satisfacer razonablemente a quienes la examinen.
Sin embargo, no se puede liquidar con una interpretación tan simplista al autor de las famosas Centurias; no se pueden despachar tan sencilla y cómodamente los 22 libros de las versiones proféticas de Michel de Nostredame, más conocido por el nombre latino que él mismo se había dado: Nostradamus.
Aun que todo el mundo haya oído hablar de él y su nombre se cite con frecuencia, ¿cuantos habrán leído, siquiera por encima, su extraordinario conjunto de profecías? Un número muy reducido, sin que ello deba sorprender lo más mínimo.
Si los textos de Nostradamus pudieran ser interpretados de forma inmediata y precisa; si sus profecías en lugar de encubrirse en un lenguaje enimático estuviesen al alcance de todo el mundo, su obra sería el best seller más grande de todos los tiempos.
¿Quién de nosotros renúnciaría a satisfacer la curiosidad de conocer su porvenir? ¿Quién prefiere ignorar lo que el destino reserva a los hombres?
El empleo de un lenguaje esotérico en sus escritos se justifica porque, en el terreno de la profecía más que en cualquier otro campo, las verdades no son siempre agradables para quien las dice, ni halagadoras para quienes las escuchan.
Un elemental imperativo de humanidad exige que, en este sondear el destino del mundo, se actúe con prudencia y caridad, puesto que no deja de ser un bien, en la gran mayoría de los casos, que el significado preciso de una revelación profética no sea comprendido hasta que el acontecimiento predicho se haya cumplido. ¿Cómo actuaríamos con libertad si conociéramos ya nuestro futuro? De ahí la necesidad de emplear un lenguaje sibilino rico en neologismos creados por el autor, valiéndose de raíces latinas, griegas, españolas, celtas o provenzales. La obra se presenta como la yuxtaposición de expresiones herméticas para no condicionarnos en nuestro quehacer diario ante la perspectiva del futuro.
Nostradamus subraya la necesidad de tal hermetismo en una carte dirigida al rey de Francia Enrique II: «para conservar el secreto de estos acontecimientos, conviene emplear frases y palabras enigmáticas en sí mismas, aunque cada una responda a un significado concreto».
En otro escrito suyo, después de precisar que las revelaciones contenidas en sus profecías le fueron comunicadas «en el curso de continuas vigilias nocturnos», insiste sobre el origen cósmico y divino de sus visiones, «visiones que Dios me ha dado a conocer a través de una revolución cósmica».
Nostradamus se funda en uno de los postulados principales de la antigua doctrina astrológica, según la cual, todos los acontecimientos y fenómenos terrestres y, por tanto, la historia de la humanidad, están en relación con los movimientos cíclicos de los astros: «todo está regido y gobernado por el inestimable poder de Dios que se manifiesta no en medio de furores báquicos, sino en las relaciones astrológicas».
Ante todo queremos dejar constancia de que no aceptaremos la tesis simplista sobre la obra de Nostradamus, que dice que solo se trata de acontecimientos fácilmente previsibles en el contexto histórico de Francia, pues guerras, conflictos y cataclismos se repiten en la historia de cualquier nación. Nostradamus, vidente del siglo XVI, predijo hechos muy precisos, como será fácil comprobar más adelante, por ejemplo, la trágica muerte del rey Enrique II; la desatinada huida de Luis XVI a Varennes, origen de la gran tragedia del rey; y el nacimiento de Napoleón I (cfr. respectivamente Centurias I, 35; IX, 20; I, 60). Con idéntica precisión, supo describir importantes acontecimientos que forman parte de nuestra historia actual: predicciones de hechos que muchos de entre nosotros hen visto realizarse desde el comienzo del presente siglo y que no pueden ser desmentidos o ser considerados fruto de la simple imaginación.
Nostradamus, este gran explorador de lo ignoto humano ¿merece o no ser contado entre los grandes sabios que desde los profetas bíblicos hasta nuestros días hen escrito, con letras de fuego, la historia de los hombres?.
La respuesta a tal interrogante podrá darla cada uno de nosotros después de haber leído con suma atención sus profecías. Incluso el más escéptico de los lectores tendrá que admitir que el singular documento literario que Nostradamus nos legó abre un abismo de hipótesis como ningún otro libro lo hiciera en el curso de los siglos.
No es intención de este libro hacer un estudio pormenorizado de las profecías de Nostradamus sino dar una vision global del método de interpretación de las Centuries para ofrecer al lector la posibilidad de interpretar, por sí mismo, los hechos futuros que predijo tan ilustre vidente.
viernes, 1 de octubre de 2010
La Astrología Evolutiva
La Astrología Evolutiva
La astrología incorpora la suma
de todo el conocimiento
psicológico de la antigüedad.
Aunque existen distintas
escuelas astrológicas, todos los
astrólogos están de acuerdo en
que hay una conexión entre el
cosmos y la Tierra, que existe
una relación entre el momento
del nacimiento de una persona y
las posiciones del Sol, de la
Luna y de los planetas en el
firmamento.
Un análisis astrológico es comparable a un análisis psicológico, pero con la ventaja de emplear un método que se ha comprobado durante miles de años y que, en esencia, no ha cambiado desde sus inicios.
No es un método especulativo, como la psicología moderna, que cambia con el tiempo según los cambios en la sociedad humana, sino un lenguaje cósmico que se refiere a la esencia de la naturaleza humana y que siempre permanece igual a pesar de las alteraciones que puedan experimentan las civilizaciones y culturas de nuestro planeta.
Si ha comenzado a introducirse en la astrología profesional, es posible que haya oído hablar de la astrología evolutiva. Aquí lo introducimos en el tema.
Un análisis astrológico es comparable a un análisis psicológico, pero con la ventaja de emplear un método que se ha comprobado durante miles de años y que, en esencia, no ha cambiado desde sus inicios.
No es un método especulativo, como la psicología moderna, que cambia con el tiempo según los cambios en la sociedad humana, sino un lenguaje cósmico que se refiere a la esencia de la naturaleza humana y que siempre permanece igual a pesar de las alteraciones que puedan experimentan las civilizaciones y culturas de nuestro planeta.
Si ha comenzado a introducirse en la astrología profesional, es posible que haya oído hablar de la astrología evolutiva. Aquí lo introducimos en el tema.
En la concepción holística, se
suele ofrecer la astrología
evolutiva como un espacio para
el crecimiento del alma. A
diferencia de la astrología
popular, que cada día avanza
más, sin que nadie le pueda
poner un freno, el acercamiento
evolutivo nos da una visión el
universo que nos insta a
realizarnos preguntas que tienen
ver con nuestro crecimiento
interior. La astrología popular
da respuestas superficiales,
poco significativas, que carecen
de alguna dirección o
penetración. En cambio, la
astrología evolutiva, ayuda a
entender mejor las energías
planetarias, así cómo también de
que formas utilizarlas para
promover una mayor armonía
interior, teniendo en cuenta a
su propia alma, según lo
considerado en su carta natal.
Usando la astrología evolutiva,
se puede obtener una penetración
más profunda de nuestro propio
ser, evitando el error de
utilizar nuestra energía de
formas que no responden a
nuestros propósitos más altos.
Podemos aprender a utilizar esta
maravillosa herramienta, para
ver las oportunidades que
tenemos en nuestra vida, y
actuar de manera constructiva
para aprovecharlas al máximo.
Un astrólogo evolutivo, entiende que la energía astrológica se manifiesta de maneras espirituales, psicológicas y físicas. Puede darse tanto interna como externamente, pero es generalmente una combinación de ambos lugares. La carta natal es la fundación psíquica, única, de cada individuo. Al entender porqué el alma eligió validar cierta psicología, podemos saber qué necesitaríamos experimentar para alcanzar un mayor sentido de integridad.
Un astrólogo evolutivo, entiende que la energía astrológica se manifiesta de maneras espirituales, psicológicas y físicas. Puede darse tanto interna como externamente, pero es generalmente una combinación de ambos lugares. La carta natal es la fundación psíquica, única, de cada individuo. Al entender porqué el alma eligió validar cierta psicología, podemos saber qué necesitaríamos experimentar para alcanzar un mayor sentido de integridad.
La razón principal de este
acercamiento, es examinar los
indicadores kármicos de la carta
astrológica. No hay manera de
conseguir datos específicos,
pero podemos llegar a
interesantes conclusiones sobre
las situaciones y los desafíos
que un alma ha experimentado
antes de esta encarnación. Esto
suena absolutamente increíble,
pero, un análisis exacto del
alma, repercute en las regiones
más profundas de nuestro
corazón.
Es generalmente una experiencia
emocionante, que puede conducir
a un curativo de las partes más
afectadas del alma. Una mayor
comprensión de nuestra misión en
la vida, nos autoriza a tomar la
responsabilidad de nuestro
crecimiento personal, y nos
promueve también a contribución
y entregarnos de una forma más
sincera a nuestro propio mundo.
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